En una época marcada por la prisa y la competencia, hablar de felicidad parece, a veces, un lujo o un ideal inalcanzable. Sin embargo, sigue siendo el mayor anhelo de las familias: que sus hijos sean felices, plenos y capaces de construir un futuro con propósito. En el Colegio APDE El Roble, creemos que la verdadera felicidad no se encuentra en la perfección, sino en la autenticidad, y que tanto el hogar como el colegio tienen un papel esencial en su construcción.
Diversos estudios recientes muestran que más del 90 % de los jóvenes en América Latina consideran la familia y la educación como los pilares más importantes para alcanzar la felicidad. Esta convicción nos invita a reflexionar sobre cómo podemos acompañar mejor a nuestros hijos en el camino hacia una vida plena, equilibrada y con sentido.
💫 La felicidad: un arte que se aprende
La felicidad no siempre se traduce en momentos de alegría continua. Como decía Goethe, “tuve una vida feliz, aunque no recuerdo una sola semana de felicidad”. Esta frase nos recuerda que la felicidad no depende de tener una vida perfecta, sino de vivir con coherencia y gratitud, incluso en medio de las dificultades.
En la formación integral que promovemos en APDE El Roble, entendemos que la felicidad se cultiva cada día: al aprender a perdonar, al descubrir el valor del esfuerzo y al vivir con un propósito más allá del éxito inmediato. El Bachillerato Internacional nos permite fortalecer estas habilidades humanas a través del pensamiento crítico, la empatía y el servicio.
🌱 Tres pilares que favorecen la felicidad
Aunque no existe una fórmula mágica, hay tres hábitos fundamentales que ayudan a construir una vida más feliz:
1. Descanso consciente.
El descanso no es solo dormir, sino aprender a escuchar el cuerpo y el alma. Un estudiante que sabe cuándo desconectarse, cuándo compartir tiempo en familia y cuándo disfrutar de un buen libro o un deporte, desarrolla equilibrio emocional. En casa, los padres pueden modelar este descanso, mostrando que la calma también es una forma de éxito.
2. Apertura a los demás.
La felicidad se multiplica cuando se comparte. Enseñar a los hijos a comunicarse, expresar emociones y practicar la gratitud fortalece su autoestima. En APDE El Roble, fomentamos esta apertura mediante proyectos de solidaridad y trabajo en equipo, donde cada alumno aprende que servir también da alegría.
3. Sentido del humor.
Aprender a reírse de uno mismo y relativizar los problemas es una herramienta poderosa. El humor nos enseña a aceptar la vida con sus luces y sombras, a soltar el control y a valorar los pequeños momentos. En tiempos de incertidumbre, esta actitud se convierte en un verdadero refugio interior.
💔 Tres escudos que limitan la felicidad
Desde pequeños, los niños pueden desarrollar escudos emocionales que obstaculizan su felicidad:
1. El perfeccionismo. Buscar ser el mejor en todo puede generar ansiedad y sensación de insuficiencia. Los padres deben recordar que sus hijos no necesitan ser perfectos, sino sentirse amados por quienes son.
2. La dependencia emocional. A veces los niños aprenden a agradar para sentirse queridos. Fomentar la autenticidad —decir lo que piensan, decidir con libertad y asumir errores— es clave para una felicidad sólida y duradera.
3. La inseguridad. Un ambiente familiar sereno brinda la confianza necesaria para afrontar los retos con valentía. Educar con límites claros y cariño refuerza esa seguridad interior que impulsa a vivir con entusiasmo y sin miedo.
🏫 La familia y el colegio: aliados en la felicidad
La familia es la primera escuela de amor y felicidad. Los padres transmiten con su ejemplo cómo enfrentar la frustración, cómo disfrutar de lo simple y cómo perseverar ante las dificultades. Pero el colegio también es parte fundamental de esa historia.
En APDE El Roble, acompañamos a cada familia para formar jóvenes felices, autónomos y comprometidos con su entorno. Nuestra propuesta educativa, con el Bachillerato Internacional, busca que cada estudiante descubra su propósito, desarrolle sus talentos y aprenda que la felicidad se construye día a día con amor, servicio y gratitud.
Porque ser felices sin ser perfectos no es una meta, sino una forma de vivir. Y en ese camino, familia y colegio caminan juntos, formando generaciones que no solo buscan el éxito, sino también la plenitud.
